Las relaciones hombre-sociedad-naturaleza condicionan y son condicionadas por la cultura ambiental y
determinan la orientación de la dimensión ambiental de la actividad humana, expresada en las políticas de
los Estados, de las instituciones productivas, de servicio, de investigación, sociales, educativas, artísticas,
culturales, y en el comportamiento social.
En el contexto actual (mundial), el desarrollo de una cultura ambiental supone un cambio de concepción
del hombre sobre sí mismo y sobre su lugar en el mundo, y consecuentemente de su lugar respecto con los
otros hombres, con la sociedad y con la naturaleza. Debe apropiarse del conocimiento de una realidad
compleja, aprender a interaccionar con ella de otro modo, pero sobre todo debe reorientar sus fines, sin
abandonarlos. Considerar al hombre como individuo, especie y miembro de grupos sociales, lo incorpora
al mundo desde ámbitos múltiples.
Es a través de la Educación que el hombre interioriza la cultura; el hombre, en tanto sujeto educable, es
capaz de construir y producir conocimientos, de desarrollar su capacidad y formar y reorientar sus
valores, lo que hace posible que modifique sus fines a través de su actividad, pudiendo contribuir como
sujeto individual a la transformación de la realidad
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